El relato de parto de Leyre es un viaje de emociones y un tránsito precioso por las herramientas que le permiten, a pesar de los cambios, disfrutar de un parto positivo.
Una inducción inesperada y sin epidural que le permitió a Leyre sanar heridas y experimentar la mamífera poderosa que ella sabía que llevaba dentro.
¡Muchas felicidades familia!
Su relato comienza así:
Mi segundo parto comenzó el día 27 de mayo de 2021. Me encontraba en la semana 38 y llevaba unos días nerviosa por miedo a que se alargara y repitiera la mala experiencia del primero, en 2019, que acabó siendo una inducción programada en la 41+6 con complicaciones y con un postparto muy duro.
Meses atrás había decidido buscar soluciones para plantarle cara a mis miedos y en cuanto leí de qué trataba el Curso Online de Parto Positivo supe que era la mejor herramienta para mi en ese momento.
Pedí la baja del trabajo en la semana 31 y dediqué ese tiempo a cuidarme y conectar con mi embarazo, mi mente y mi cuerpo, empapándome de toda la información que ofrecía el curso, repitiendo todos los días mis afirmaciones positivas y también practicando yoga y movimientos corporales recomendadas por mi fisio de suelo pélvico (@centro_maternalia).
En esas últimas semanas cambió mi actitud hacia cualquier escenario que se presentara en mi parto, además de adquirir seguridad a la hora de expresar qué quería y de verme capaz de pedirlo.
Del miedo absoluto inicial, había cambiado a unas ganas tremendas de vivir el momento del parto sintiéndome totalmente capaz de hacerlo, fuera como fuera.
Aún y todo, conforme pasaban las semanas, afloró un pequeño miedo a que se volviera a repetir una mala vivencia.
Así que, como el embarazo iba muy bien y mi bebé ya estaba a término, decidí probar algunos de los “trucos” que pueden desencadenar el parto de forma natural (sexo, infusión de frambueso y caminar). Y justo el día 27 comencé con olas uterinas bastante regulares y con cierta intensidad.
Algo dentro de mí me decía que estaba próxima la llegada de mi segunda bebé y estaba entusiasmada.
Tras disfrutar de un paseo familiar por la tarde, en el que las contracciones se producían cada 15 minutos y algunas me hacían detenerme, llegué a casa y expulsé el tapón mucoso, además de darme cuenta de que probablemente había roto la bolsa porque salía algo de líquido muy poco a poco.
Me senté en la pelota porque el cuerpo me lo pedía así y, tras seguir con la rutina diaria, nos fuimos a dormir.
Durante la noche seguí sintiendo contracciones pero, como me sentía cansada, decidí dejar de apuntarlas y dormirme para que mi cuerpo estuviera descansado si finalmente se desencadenaba el parto.
A la mañana siguiente tenía cita con mi matrona a las 9 y antes de levantarme noté que seguía saliendo líquido aunque las contracciones se habían aflojado mucho en tiempo e intensidad.
Fui tranquila a la consulta, se lo comenté y efectivamente me dijo que había roto la bolsa que estaba dilatada de 6 cm por lo menos y que por lo tanto tenía que ir al hospital para que me indujeran el parto si no seguía con contracciones.
Al oír de nuevo la palabra “inducción” mi corazón se aceleró y en el camino a casa notaba los nervios en el cuerpo: ya no podía quedarme en casa hasta el último momento como pretendía, ¿y si se alarga? , ¿y si…?
Al volver se lo expliqué a mi pareja a la que también le pilló por sorpresa, le recordé que lo que necesitaba era que él me mostrara tranquilidad.
Le preparamos a nuestra hija mayor sus cosas, nos abrazamos fuerte todos (mi hija de 2 años se dió cuenta de que algo pasaba y me acarició la cara de una forma que me llegó al alma) y se la llevó con los abuelos.
Como es un trayecto un tanto largo, tenía tiempo de sobra para prepararme mi bolso, recoger un poco y ducharme pero tras hacer todo eso y al darme cuenta de que estaba como un torbellino de nervios me senté en la pelota a practicar la respiración ascendente, a escuchar la meditación guiada de hipnoparto y a repetirme ya de memoria mis afirmaciones positivas. Con todo ello conseguí volver a la calma y me sentí mucho mejor.
Recordaba el semáforo, no tenía que dejar que llegara al rojo en ningún momento.
Cuando volvió mi pareja, nos fuimos tranquilamente al hospital y tras admisión nos llevaron a una sala de dilatación.
Una vez allí se presentó la matrona (@jaioneelorz) y otra matrona en prácticas que iban a acompañar nuestro parto y les dimos nuestro plan de parto por escrito, el cual leyeron detenidamente y nos dijeron que estuviéramos tranquilos que lo solían hacer siempre así. Fueron un regalo de acompañantes, nos trataron con mucho cariño y nos iban informando en todo momento de cada alternativa, dejándonos tiempo para decidir.
Yo me acordaba del método BRAIN. Me hicieron una exploración y decidimos junto a la ginecóloga que me rompieran la bolsa del todo porque solo tenía una pequeña fisura en la parte superior y el cuello estaba ya muy encaminado, dilatada de 7 cm.
Como yo seguía sin contracciones regulares me pusieron una pequeña dosis de oxitocina sintética y a partir de ahí control con monitores, pero solos mi pareja y yo en la habitación, lo que nos permitió mantener un entorno íntimo y seguro mientras yo no dejaba de moverme sentada en la pelota.
Le pedí a mi pareja que me hiciera masaje suave en la espalda como habíamos practicado en casa, porque me producía mucho bienestar y sabía que también generaba oxitocina de forma natural.
Me bebí un zumo de frutas y me comí unas galletas que habíamos llevado en la mochila (ya sabíamos que en el hospital no permitían comer) para seguir con energía.
Poco a poco fueron intensificándose las olas uterinas, yo seguía moviéndome constantemente en la pelota y con cada una de ellas me centraba en la respiración ascendente y en relajar y abrir todo el cuerpo como esas flores abriéndose en fast motion que había visto durante las últimas semanas de embarazo.
Me quitaron la vía con la oxitocina sintética porque ya había cumplido su función. Conforme pasan los minutos me iba sumergiendo cada vez más en mi planeta parto, con los ojos cerrados y emitiendo sonido en las exhalaciones.
Sentía un gran bienestar tras cada ola y me gustaba ser consciente de cómo trabajaba mi cuerpo a nivel hormonal.
Con mayor intensidad, le pedí a mi pareja que me hiciera presión en el sacro, lo que me aliviaba mucho y me permitía ejercer presión hacia atrás pero relajar todo lo demás, además de que él me decía “relaja, relaja” como en otro de los audios del curso, lo que me ayudaba un montón.
Llegó un momento que me puse de pie y notaba que la intensidad me hacía imposible relajar el cuerpo, es más, sentía que me tensaba y contraía.
Esto hizo que me entrara de nuevo el miedo, sentía que ya no podía más y que no era capaz ni de dejar hacer a mi cuerpo, así que se lo dije a la matrona y a mi pareja.
Recibí muchos mensajes positivos de su parte (mi pareja ya sabía que llega un momento en el que pensamos que no podemos más). Les pedí la epidural por miedo y llamaron a la anestesista.
Mi cuerpo me pedía entonces empujar y me salían unos sonidos de lo más profundo de mis entrañas.
Mientras llegaba la anestesista nos dejaron solos de nuevo, yo seguí a mi cuerpo, pensé en “abrir” y me relajé por completo, haciéndome mis necesidades encima.
Creo que lo que ocurría era que me estaba conteniendo y por ello no me llegaba a relajar.
Sentí un gran alivio y notaba cómo mi bebé iba abriéndose camino.
Cuando volvieron con la anestesista me hicieron otra exploración y ya notaban la cabeza. Le dijeron a la anestesista que se fuera (yo no era consciente del todo y seguía esperando que me dieran instrucciones para ponérmela).
Me dijeron que mi bebé ya estaba allí y que la epidural no merecía la pena, que ya quedaba muy poco verdaderamente.
Me trajeron una silla de partos y me senté allí con mi pareja al lado. Tras unos pocos pujos de enorme intensidad me guiaron la mano para sentir su cabecita lo que me dió fuerzas para seguir.
Me sentí más mamífera que nunca y recordaba una de mis afirmaciones positivas : “como mamífera que soy mi cuerpo sabe parir”.
Me levanté antes de los dos últimos pujos y subí una de las piernas sobre la silla de partos, en ese momento sentía mi cuerpo pero mi mente estaba fuera de mí. Apreté el brazo de mi pareja, emití un grito gutural y noté cómo salió mi bebé.
Me la dieron en brazos aún de pie y me ayudaron a sentarme en la camilla. Nos saltaban las lágrimas de emoción a mi y a mi pareja y yo no podía sentir más plenitud.
June no lloró al salir. Estuvimos piel con piel a partir de ahí, y se agarró al pecho en apenas unos segundos. El alumbramiento de la placenta fue natural como había pedido y esperaron a que el cordón dejara de latir (casi 9 mins) como habíamos especificado en el plan de parto.
Improvisadamente le pregunté a mi pareja si quería cortarlo y lo hizo. Nos dejaron solos piel con piel más de dos horas antes de trasladarnos a planta.
A pesar de haber sido otra inducción y de tener un desgarro de grado 2 que necesitó 3 puntos no tuvo NADA que ver con mi primer parto.
Éste lo disfruté, sentí que lo guié yo en todo momento, fue lo menos intervenido posible que es como lo quería, me empoderó y me curó las heridas todavía abiertas del primero.
Sé que sin duda la preparación de parto positivo ha sido decisiva para que fuera así y estaré eternamente agradecida de haberla encontrado en mi camino.
Tener una experiencia positiva no solo es posible sino que te lo mereces, os lo merecéis tú, tu bebe y tu acompañante.
Por esto, hemos creado el Curso Express para una Inducción Positiva. Fue pensado para que puedas contar con todas las herramientas posibles para que tomes decisiones informadas desde la seguridad en ti y en tu bebé, y para que puedas vivir la mejor experiencia de parto.
Leyre preparó su parto con el curso de Parto Positivo y el libro de hipnoparto.
Recuerdo gritar muy fuerte “vieneeee” y empujar, y sentir como mi pequeña asomaba y se metía. En el siguiente pujo, mi pareja me dijo que la veía, que tocase su cabeza, y sentí su pelo. Al siguiente, la cabeza empezaba a salir, y al siguiente, su cabeza salió. Realmente fue la experiencia más impresionante de mi vida.
Sin duda, ha sido la experiencia más empoderadora, salvaje e intensa que he vivido nunca. El curso es maravilloso y realmente me ayudó a estar preparada para ese día. A quitar miedos y a estar preparada para cualquier escenario. Sin las clases, no se como lo habría llevado.