Sara se preparó con el curso online de Parto Positivo y siente que fue la mejor inversión. Si bien tuvo un embarazo duro (con vómitos y malestar hasta los 8 meses) esperaba que el parto fuese mejor, y lo fué. Guiada por su propio cuerpo y a través del parto que soñaba trajo a su hija Manuela al mundo. ¡Enhorabuena Sara! Aquí os regaló su historia:
La verdad es que tuve un embarazo duro (hasta casi los 8 meses estuve con vómitos diarios y malestar estomacal) por lo que siempre esperé que el parto me fuese mejor. Suelo ser un poco negativa y al quedarme embarazada, parir era sin duda lo que más miedo me daba. Sobre todo por las historias terroríficas que oyes en el entorno.Fue entonces que decidí que tenía que hacer algo y ahí es donde encontré información sobre Hipnoparto y un poco después el curso. Estuve unos días dudando que hacer pero al leer todos los testimonios que compartidos en el sitio web, finalmente me animé. Con mi marido fuimos viendo los vídeos poco a poco, ponía los audios antes de irme a dormir o cuando me iba a andar por el campo y encontraba un momento de relax.
Cada día tenía más ganas de que llegase ese momento, pasé del terror y no querer pensar en ello, a querer vivir lo con muchísimas ganas y eso sin duda fue gracias a la información y al pensamiento positivo.
Cuando llegaba a las últimas semanas, lo que más miedo me daba era que me lo tuviesen que programar, por que aunque no quieras, te haces una idea de lo que sería tu parto ideal. Un punto que me ha encantado del curso, es que te prepara para todas las situaciones que se puedan presentar, por lo que a pesar de ser la opción que menos quería, estaba preparada para ello.
Y se acercaba el gran día, algunos días antes empecé a tener contracciones de Braxton Hicks por las tardes pero muy leves y aquello no parecía que se fuese a desarrollar pronto. De hecho en mi semana 38, mi padre tuvo que ser intervenido (también usé los audios y las respiraciones para ese momento) y yo hablé con mi bebé y le decía que por favor esperase al proceso de su abuelo y ya después que viniera cuando quisiera. Y fue muy obediente, sólo un día tuve un pequeño susto y nos sirvió para preparar todo el equipaje en el coche.
Así que a la semana siguiente, justo el domingo 2 de febrero, se cumplían dos años de la muerte del abuelo de mi marido y pensábamos que sería bonito que naciese ese día como para cerrar un círculo y que su bisabuelo la hubiese ayudado a venir a este mundo.
Pero el sábado tuve un día súper tranquilo y justo antes de irnos a dormir, le dije apenada a mi marido que no iba a nacer ese día…¡Ja! Esa noche me desperté varias veces y a las seis y media de la mañana ya no aguantaba más, sentía un dolor de tripa y me levanté. Al poco tiempo me di cuenta que era un dolor que iba y venía, un dolor que no había sentido nunca. Decidí empezar a controlarlo por si eran olas uterinas de verdad. Para mi sorpresa se daban cada cinco minutos, por lo que cogí mi pelota de pilates y estuve aguantando un rato antes de despertar a mi marido. Como no era capaz de controlarlas bien, a la media hora decidí despertarlo para que me ayudase. A la media hora siguiente, seguía con las contracciones regulares e incluso con una media de 3-4 minutos. Por lo que determine ponerme en movimiento, darme una ducha y prepararme por si finalmente teníamos que acudir al hospital.
Vivimos a unos cuarenta minutos (sin tráfico) del hospital al que quería acudir para dar a luz. Como vimos que llevaba hora y media y no paraban, cogimos todo y nos fuimos al hospital. Me notaba húmeda por lo que pensaba que había fisurado la bolsa. Pero era el tapón que lo fui expulsando de camino al hospital.
Cuando llegamos me monitorizaron y después me exploraron… ¡Sorpresa! Ya estaba dilatada de 3 centímetros. Me subieron a la habitación, me cambié y a los minutos me dijeron que me bajaban a la sala de dilatación/paritorio. Me preparé una lista de música para ese día y mientras bajaba mi marido, la puse para sobrellevar ese momento sola.
Entró la matrona y me preguntó si quería epidural, le dije que en principio no, que mi intención era no ponérmela. Al rato vino el anestesista, yo estoy operada de escoliosis y al ver mi radiografía me dijo que no iba a poder ponérmela, empezó a valorar opciones en voz alta, pero una de las que me dijo traían efectos secundarios seguros y le dije que no, que aguantaba perfectamente. Todo este rato estuve moviéndome para sobrellevar el dolor y haciendo posturas para ayudar a bajar a mi bebé.
Por fin llegó mi marido y me trajo las herramientas físicas que habíamos llevado para poder pasar ese dolor.Pero llevábamos la pelota sin inflar y la bomba que estaba usando mi marido se rompió y no pudo llenarla. Me llevé TENS (terapia de electroestimulación neurosensorial) para combatir el dolor en la espalda y las pilas se habían gastado, por supuesto no pensé en llevar de repuesto. En ese momento me dio un poco de bajón por que tenía mucha fe en estas herramientas, pero bueno, improvisamos y puse mi atención en lo importante.
Me centré en mi lista musical y utilicé el típico butacón de hospital como pelota improvisada. Al poco tiempo empecé a notar una presión muy fuerte y le pedí a mi marido que llamase a la matrona. Me exploró y para mi sorpresa (y la de todos) estaba de 9 centímetros. Para dar una idea del tiempo, empecé a controlar las olas uterinas a las 6:30, a las 9 ingresé y mi hija nació a la 12:45.
Una locura, no podía creerlo. Me dijo que la cabeza estaba alta, que si sentía ganas de pujar, que pujase para ayudarla a bajar. En ese momento estaba tumbada en la camilla y me bajé, por que entendía y creía firmemente en que la gravedad haría lo suyo.
“mi cuerpo me guío a cada paso” .
Por lo que volví a mi pelota imaginaria mi marido me ayudó con los masajes en la espalda y en cuestión de minutos, empecé a sentir esa presión que te pide empujar, mi cuerpo me guío a cada paso. Y eso hice, a los minutos le dije a mi marido que llamase a alguien por que yo sentía muchísima presión. Justo la matrona se había tenido que ir y me miraron las auxiliares, dijeron que el bebé no se iba a caer. Así que de nuevo a posición pelota y a la siguiente ola, lo mismo muchísima presión y el sentimiento de que ya estaba ahí. Como no quería que pensarán que pecaba de impaciente, decidí comprobarlo por mi misma y toqué la cabeza… ¡menuda sensación! .
Volvieron las auxiliares y esta vez ellas y mi marido pudieron ver lo que yo acababa de sentir, Manuela estaba preparada para salir. De repente aquello se volvió una locura, empezaron a preparar todo y yo no podía creer que fuese a pasar ya. Me volvieron a preguntar si quería anestesia y por supuesto dije que no, me veía al final y no tenía sentido para mí.
El expulsivo fue lo más duro y largo, la niña no deflexionaba bien y costó bastante. Me dolía a rabiar, eso no lo puedo ocultar, pero pensar en que ya la iba a conocer, me dio todas las fuerzas. Y después de un buen rato duro, empujando como un animal, noté como salía entera y la ponían gelatinosa y caliente en mi pecho.
“ Y así un 02/02/2020 llegó Manuela a nuestras vidas, en un proceso en el que yo me he sentido empoderada y feliz por haber tenido esta gran oportunidad y el parto que soñaba” .
Un conjunto tan brutal de sensaciones. Todas las personas que me atendieron ese día fueron increíbles, me sentí respetada en todo momento y todas contribuyeron para que fuera fácil. Sin duda para mi el curso ha sido esencial, y te doy una y otra vez las gracias por haberlo creado.
El pensamiento tan positivo que me ha quedado de ese momento, me está ayudando mucho ahora, en pleno postparto.
La preparación al parto con hipnoparto de Parto positivo te ayuda a afrontar el parto con información, empoderada y sin miedos ¿El objetivo? Tener el mejor parto posible. Si quieres saber más sobre qué es el hipnoparto y cómo puede ayudarte haz click aquí.
Espero que ésta experiencia pueda ayudar a futuras madres.

Sara preparó su parto con el curso online de Parto Positivo.
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Lo volvería a hacer mil veces, todo fue excelente y no cambiaría ni un segundo, esa era la forma en la que Alma decidió venir a este mundo y fue totalmente espectacular poder ayudarla a encontrar su camino.
Y por fin ahí estábamos las dos disfrutando ese intercambio de miradas. Se enganchó al pecho a los pocos minutos. Yo no tuve ningún tipo de desgarro y me encontraba fenomenal, más empoderada que nunca y con ganas de gritarle al mundo y en especial a las mujeres que somos pura magia.
Había sido capaz de tener el parto de mis sueños y aprender de mi cuerpo lo increíblemente poderoso que es. Un cuerpo de diosa, que engendra y trae vida de la forma más increíble posible.
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