Arancha es madre primeriza y vivió un parto inolvidable. Con el apoyo de su pareja y el acompañamiento de la matrona trajo al mundo a su bebé en un parto respetado consciente y lleno de amor. Arancha preparó su parto con el libro de hipnoparto, recordad que ahora también está disponible el curso online de Parto Positivo ¡Enhorabuena Arancha! Os dejo con su testimonio:

Desde que quedé embarazada empecé a informarme sobre el parto. Me llamaba la atención ese momento tan importante de la vida y quise prepararme bien para cuando llegara mi momento, nuestro momento. Cuanto más leía, más confianza ganaba en mi cuerpo y en la propia naturaleza. Una de las lecturas imprescindible para mí y mi pareja fue el libro de Hipnoparto y las meditaciones. 

Cuando el 11 de Marzo a las 2 de la madrugada empecé con las primeras contracciones irregulares, puse en práctica todo lo aprendido. Expulsé el tapón mucoso, informé a mi pareja de que el momento de conocer a nuestro hijo llegaba e intentamos descansar lo que las contracciones nos permitieron y estar tranquilos. Aguantamos en casa hasta las 17.30  (3 horas con contracciones cada 5 minutos). Mi pareja me preparó un baño relajante y se encargó de todo para ir al hospital, mientras yo realizaba mis visualizaciones y tenía pensamientos positivos hacia mi bebé, transmitiéndo las ganas de conocerle y el buen trabajo que íbamos a hacer ambos en las próximas horas.

Una vez en el Hospital de Torrejón de Ardoz me atendieron rápido, por motivo que en urgencias se juntaban algunos casos sospechosos de Coronavirus. La matrona me confirmó que estaba de 3 centímetros de dilatación y que el parto era activo, por lo que debía quedarme allí. Siempre tranquila y confiada, gracias a la información que tenía, transmití a la matrona que si el dolor me lo permitía (soy madre primeriza), quería un parto respetado y poco instrumentalizado.  

Me colocaron monitores sin cables, me dieron una pelota, me colocaron un potro en los pies de la camilla por si quería colgarme y me calentaron un saco de hierbas para calmar el dolor lumbar. Al cabo de una hora, las contracciones empezaron a ser muy fuertes y seguidas y decidí pedir la epidural. La matrona me dijo que teníamos más recursos antes de ello, que si quería probarlos. Agradecí su perseverancia y seguridad, entonces probé el gas nitroso y aguante otra hora con contracciones muy intensas. Me alivió algo, quizá me ayudó también a concentrarme en la respiración. Una vez más y a punto de tirar la toalla, volví a pedir la epidural. La matrona me informó de que tenía un último recurso para mí y entramos en la ducha donde mi pareja estuvo dándome agua caliente a la altura de los riñones durante una hora.

Sin apenas descanso entre contracción y contracción pedí a la matrona que me dijera de cuántos centímetros estaba. Ella me dijo que no pensara en centímetros, ni en la hora, ni el tiempo que llevaba allí. Pero al ser todo tan intenso y doloroso lo necesitaba para tomar decisiones. Al decirme que ya estaba dilatada 8 centímetros me convencí de que podía seguir hasta el final. Mi bebé estaba bien y cada contracción era una menos para conocernos.

Pasé la mayor parte del tiempo con los ojos cerrados, en mi mundo, visualizando a mi pequeño descender y abrirse paso hasta este mundo. Me aliviaba empezar a empujar, mis sonidos cambiaron y mi instinto me hizo cambiar la postura corporal. Entonces salí de la ducha y de pie, agarrada al potro de la camilla en la habitación, empecé a empujar. La matrona me dejó hacer, mi cuerpo sabía cuándo empujar y cuándo esperar.

Yo no dejaba de visualizar a mi bebé en todo momento. Sentí un poco de temor al notar la cabeza de mi pequeño que intentaba salir, pero rápido volví a confiar en mi cuerpo y en las ganas de tenerle en brazos. Un empujón más y salió su cabeza, nos ofrecieron tocarle y así hicimos, un pujo más y le teníamos con nosotros. Sentí un alivio inmediato cuando salió del todo. Me ofrecieron cogerlo yo misma de entre mis piernas, una vez deshecha la vuelta de cordón que traía.

Ya en mis brazos volví a la camilla y corté el cordón umbilical. No fueron necesarios puntos. Y mi pequeño trepó por mi torso y se enganchó a mamar enseguida. El alumbramiento de la placenta fue rápido. De repente fui consciente del parto tan bueno que había tenido. A pesar del dolor, todo había merecido la pena. Mi pequeño bien, yo también. El trabajo de la matrona fue esencial, respetando, orientando, animando y dando mucho cariño hasta el final. Pero principalmente el papel de mi pareja, que se informó conmigo antes del parto y me dio su total apoyo y cariño durante el mismo.

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“Un parto positivo, respetado, lleno de amor y plenamente consciente, que jamás olvidaré” .

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Lo volvería a hacer mil veces, todo fue excelente y no cambiaría ni un segundo, esa era la forma en la que Alma decidió venir a este mundo y fue totalmente espectacular poder ayudarla a encontrar su camino. Haz click para leer su testimonio
Vanesa Jiménez

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Y por fin ahí estábamos las dos disfrutando ese intercambio de miradas. Se enganchó al pecho a los pocos minutos. Yo no tuve ningún tipo de desgarro y me encontraba fenomenal, más empoderada que nunca y con ganas de gritarle al mundo y en especial a las mujeres que somos pura magia. Lee su testimonio que incluye video del parto
Lorena Cañón

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Había sido capaz de tener el parto de mis sueños y aprender de mi cuerpo lo increíblemente poderoso que es. Un cuerpo de diosa, que engendra y trae vida de la forma más increíble posible. Lee su testimonio aquí. 
Ana León

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