Alena llegó al mundo en un parto natural y respetado, en el que el apoyo de su pareja y de las matronas además de su preparación con hipnoparto y yoga fueron vitales. Alicia preparó su parto con el libro de hipnoparto, recordad que ahora también está disponible el curso online de Parto Positivo ¡Enhorabuena Alicia! Os dejo con su testimonio:
“Vivimos en Alemania pero me fui a España a dar a luz. Había leído el libro Hipnoparto de Carmen Moreno y me ayudó mucho a comprender el proceso por el que pronto iba a pasar. Quedaban tres días para que mi pareja llegara para el gran momento, 10 días antes de cumplir las 40 semanas. Después de una noche con contracciones más intensas de las típicas Braxton hicks, empecé a perder el tapón mucoso. Estaba algo tintado de sangre lo cual me hizo sospechar que el momento estaba más cerca de lo que pensábamos. Él llegó un domingo a última hora y el lunes por la tarde empecé a tener ya contracciones intentas que se hicieron regulares cada 10 min sobre las 10 de la noche.
Sabía que de esa noche no pasaba. Parecía que Alena estaba esperándole y estaba ansiosa por salir. Estábamos tranquilos, yo ya debía hacer la postura de yoga del niño (child pose) con cada contracción, que era el modo que más me aliviaba. A veces me sentaba en la pelota de yoga también. Sobre las 2 a.m. las contracciones se hicieron algo más suaves y espaciadas, así que me quedé dormida, pensando que quizá fuese una falsa alarma. A las 5 a.m. me despertó una oleada fuerte y un crujido en la pelvis. Sentí que Alena se había encajado. Fui al baño y tenía algo de sangre, así que nos fuimos al hospital. En el coche las contracciones empezaron ya a ser cada 3 min y muy intensas. Recuerdo en la sala de espera tirada en el suelo haciendo la child pose y casi no podía andar. Ingresé de 5cm y la matrona me ofreció la epidural. Le dije que tenía la intención de tener un parto natural, no medicado, y me entendieron en todo momento. Pasé dos horas de contracciones en el paritorio.
Mi pareja fue un pilar esencial tanto física como emocionalmente. Me hacía el masaje lumbar y del sacro en cada contracción y me animaba constantemente diciéndome que lo estaba haciendo muy bien. La matrona vino a explorarme sobre las 8:30 y, para mi sorpresa, me dijo que seguía de 5-6cm. Cómo podía seguir aguantando ese dolor tan inmenso durante más horas? Me vine abajo. Le dije a Daniel que probablemente pediría la epidural. Él me recordó que yo le había dicho que si en algún momento la pedía que me recordara los motivos por los que no la quería, que no la necesitaba. Las contracciones se hacían más intensas y seguidas y ya casi no podía hablar entre ellas. No pasó ni media hora cuando se lo comentaba a la matrona, ella me dijo, “espera que te exploro otra vez antes de tomar ninguna decisión, vale?” Para mi sorpresa ya había dilatado hasta 8 cm! Entonces recordé lo que mi matrona de parto natural me dijo: “todas las que vais con la idea de tener un parto no medicado y acabáis pidiendo la epidural, lo hacéis cuando ya estáis de 8 cm y no queda nada para acabar”. Me dio tanto valor para seguir adelante. Miré a la matrona del hospital y ella me dijo: “no me duele a mí, te duele a ti, pero yo te digo que ya te queda muy poco”. Seguí adelante tal como íbamos y a los pocos minutos estaba ya completamente dilatada. Seguía sentada en cuclillas en la camilla, la sensación de las contracciones era diferente y hasta podía hablar normalmente entre ellas. Me dijeron que tenía que empujar y al principio estuve un poco reticente ¡¡Necesitaba un descanso!! La matrona me recordó que obviamente si no empujaba no iba a parir, así que decidí hacerle caso. Empujé cuatro o cinco veces con cada contracción y ya tenía a Alena entre mis brazos, cinco horas después de ingresar en el hospital. La fase expulsiva no estuvo exenta de dolor, pero fue diferente. Sentir como tu hija sale por el canal y la sensación abarca todo tu cuerpo es algo que no imaginas cuando piensas en el parto. Toqué su cabecita blandita mientras estaba saliendo, una sensación resbalosa a la vez que empujaba y ya estaba fuera, tranquila, sin llorar, con sus ojitos bien abiertos. Tampoco me hicieron episiotomía. Aunque no estaba cerrada a nada haber tenido el parto que deseaba me hizo sentir muy satisfecha. No hubiera sido posible sin duda sin la ayuda y el apoyo de mi pareja, de las matronas, que sabían lo que yo quería, y de todo lo que había aprendido con el hipnoparto y el yoga. Lo mejor de todo es que por encima de todo, una nueva vida había venido al mundo, y nosotros somos sus padres”.
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Lo volvería a hacer mil veces, todo fue excelente y no cambiaría ni un segundo, esa era la forma en la que Alma decidió venir a este mundo y fue totalmente espectacular poder ayudarla a encontrar su camino.
Y por fin ahí estábamos las dos disfrutando ese intercambio de miradas. Se enganchó al pecho a los pocos minutos. Yo no tuve ningún tipo de desgarro y me encontraba fenomenal, más empoderada que nunca y con ganas de gritarle al mundo y en especial a las mujeres que somos pura magia.
Había sido capaz de tener el parto de mis sueños y aprender de mi cuerpo lo increíblemente poderoso que es. Un cuerpo de diosa, que engendra y trae vida de la forma más increíble posible.