Hoy me toca a mí compartir la historia del nacimiento de Arlet. Hace menos de un par de semanas conocimos a nuestra pequeña Arlet, el 22 de febrero de 2019. Fue un parto muy diferente al de su hermanita Ona pero igual de mágico. Ona nació en casa en la piscina de partos 22 meses antes, Arlet nació en el hospital en un parto  en el que se respetaron todos mis deseos. Cada embarazo, cada bebé y cada parto son únicos e irrepetibles. 

Durante todo el embarazo planeamos nuestro segundo parto en casa. Teníamos claro que queríamos darle la bienvenida a Arlet desde la intimidad de nuestro hogar. El 21 de febrero cumplí 37 semanas y una llamada de las matronas que atienden partos en casa (En Reino Unido es un servicio integrado en la sanidad pública) nos descuadró todos los planes. Había poco personal y posiblemente cuando me pusiese de parto tendríamos que desplazarnos a un centro de partos (centros liderados por matronas) u hospital para el parto. Poco a poco me hice a la idea de esa posibilidad. Al fin y al cabo, sabía que, aunque el entorno es muy importante todo lo que necesitaba estaba dentro de mí.

Esa noche nos fuimos a dormir tarde hablando de a qué centro de partos iríamos y debatiendo el cambio de planes. Unas horas después, a eso de las 5 de la mañana desperté con molestias parecidas a las de regla. Llevaba semanas teniendo ese tipo de molestias y aceptando que con cada una de ellas mi cuerpo y mi bebé se estaban preparando. Tras darme un baño caliente la cosa no aflojaba ¿Sería el gran día? Comí un par de plátanos para tener energía por si la cosa iba a más y a las 5 y media volví a la cama para intentar descansar. Me puse el audio de hipnoparto para intentar dormir y me relajé.

A las 6 y media todo se volvió más intenso, me levanté y me apoyé en la pelota de partos de rodillas en el suelo. Sospechaba que las olas uterinas eran rítmicas así que empecé a cronometrarlas. En cuestión de minutos se volvieron mucho más intensas y potentes. Con cada ola uterina me concentraba en respirar y relajar, en entregarme a la fuerza de mi cuerpo, en confiar en mí y en mi bebé, en escuchar a mi cuerpo y a mi bebé y moverme como me pedían. En mi mente repetía afirmacionescon cada ola uterina estoy más cerca de conocer a mi bebé“, “Las olas uterinas no son más fuertes que yo porque son parte de mí. Mi marido David me colocó la máquina TENS (hablaré de esto en otro post) en la espalda y me iba ofreciendo agua. A las 7 le pedí que llamase al hospital ya que estaba segura de que Arlet estaba en camino y que llegaría muy pronto. Las olas uterinas iban y venían cada 2-3 minutos y duraban 90 segundos.

 

Tal y como nos temíamos no había personal para asistir el parto en casa así que ¡Cambio de planes! A las 7 y media nos recogía el taxi. Entre ola uterina y ola uterina, respiración y respiración fui poco a poco hacia el taxi, no sin antes despedirme de Ona que estaba lista para ir a la guardería. Sabía que ese beso y abrazo simbolizaba el fin de una etapa y el comienzo de otra, nuestra vida como familia de 4.

Una vez en el taxi todo se intensificó mucho más, yo abrazaba a David y respiraba contra su cuello. Por increíble que parezca los dos estábamos tranquilos, ni siquiera el cambio de planes había podido con nuestra calma ¡Gracias hipnoparto! Controlar la respiración y saber relajarme y entregarme fueron la clave, especialmente al irme de casa, de mi espacio íntimo y seguro. Durante todo el trayecto yo me decía a mí misma Todo lo que necesitas está dentro de ti. No importa donde estés porque todo lo que necesitas está en ti. A las 7 y 40 llegábamos al parking del hospital, mi cuerpo empujaba con fuerza y yo respiraba. 8 minutos más tarde ya tendría a Arlet en mis brazos. Instintivamente me llevé las manos abajo y sabía que tenía que quitarme los pantalones inmediatamente.

No sé cómo nos las arreglamos para entrar al hospital. Una vez allí cinco matronas me ayudaron a quitarme los pantalones mientras que David les informaba de todas mis preferencias. Entre ellas que nadie nos tocase ni a mí ni a mi bebé si no era clínicamente necesario. Y así lo hicieron, con los siguientes dos empujones de mi cuerpo Arlet nació, la cogí yo misma y me la llevé al pecho. Cruzamos esa primera mirada y en ese instante entendí que el amor no se divide, se multiplica. Arlet buscó el pecho instintivamente a los pocos minutos después de nacer y empezó a mamar. Así pasamos casi dos horas ininterrumpidas de piel con piel, miradas, oxitocina y amor máximo. Pedí que esperaran a pesarla hasta que yo tuviese que ir al baño. Arlet fue una bebé sorpresa. De hecho, en esos primeros momentos olvidé mirar si era niño o niña hasta que una matrona me preguntó si había tenido un nene o una nena. Lo miré y ¡Sorpresa, una niña! Estaba tan segura de que sería niño simplemente porque el embarazo había sido tan diferente al de Ona. Fue precioso descubrir que era una niña en ese momento.

Esperamos 20 minutos a cortar el cordón y alumbré la placenta de manera natural (esto último lo tuvimos que negociar porque intentaron persuadirme para que me pusiese la inyección a pesar de que todo estaba transcurriendo con normalidad. No hay nada como estar informada y exponer tus motivos con claridad y firmeza).

Necesité algunos puntos y para ello sí que pedí óxido nitroso (el gas de la risa) del que tantas madres me habían hablado maravillas. No es una sensación que personalmente me gustaría tener en el parto, pero fue divertido utilizarlo para los puntos.

Ese mismo día por la tarde ya volvimos a casa a vivir el segundo mejor momento del día: el primer encuentro entre Ona y su hermanita Arlet. No podíamos haber imaginado una reacción mejor, Ona la cogió y empezó a cantarle. Tanto darle vueltas a cómo se lo tomaría y al final somos los adultos los que complicamos las cosas. Para Ona ha sido una transición muy natural y adora a su hermanita. Obviamente es un gran cambio, pero los niños tienen una gran capacidad de adaptación.

Fue un parto muy rápido e intensísimo. El taxi nos había dejado en el hospital a las 7:40 y a y 48 Arlet ya estaba en mis brazos. Ahora que lo tengo reciente os recomiendo tanto controlar la respiración, fue vital para mantener la calma y relajación y trabajar con mi cuerpo y bebé y no en su contra. En mi caso las afirmaciones positivas también jugaron un papel importante y el audio de relajación me ayudó al principio. Creo que todo el mundo debería poder acceder a la preparación al parto con hipnoparto y espero hacerla más accesible con el curso de preparación al parto online que estará disponible el 1 de abril (¡Fecha de lanzamiento final!). He retrasado la fecha inicial de lanzamiento por la llegada de Arlet. Estos días estoy volcada en mi bebé, mi familia y en mí misma, en darme tiempo para recuperarme y disfrutar también del postparto. Sé que muchas esperais el curso y espero que llegue a tiempo para vosotras.