Ariadna llegó al mundo en un parto respetado en el que su mamá Natalia fue en todo momento dueña de su parto y tomó todas las decisiones.
Natalia y su pareja formaron un gran equipo. Juntos navegaron un parto que se alejaba de lo que habían soñado, sin embargo, no por ello fue menos positivo y empoderador.
La experiencia les llevó al mejor regalo, conocer a su pequeña. Además esa experiencia también les había regalado el reforzar su relación, confiar en su instinto e intuición y empezar así la maternidad y paternidad de la mejor manera posible.
Os dejo con su relato:
Hola Carmen, soy Natalia, alumna de tu curso online, te escribo para contarte mi experiencia positiva en el parto de mi primera hija Ariadna.
Me preparé con mi marido con tu curso y con clases presenciales de hipnoparto en donde vivimos, además de clases de yoga, gimnasio y clases de “sentir el parto” que imparte mi matrona.
Estaba muy animada con tener un parto natural sin medicalización, además de que contaba con ayuda de profesionales muy respetuosos, pero como suele pasar, surgieron muchos imprevistos a los que nos tuvimos que ir adaptando.
Rompí bolsa a las 4:30 de la madrugada del jueves 19 de septiembre, estaba de 39 semanas. El día anterior habíamos ido a monitores y nos dijeron que tenía el cuello blandito y 1 cm ¡Que alegría me dio! La matrona nos dijo que creía que no tardaría, y así fue.
Estuve en casa 6 horas con la pelota, meditaciones en pareja y audios, tenía contracciones irregulares, sentía calambres de regla bastante llevaderos por la mañana. Fuimos tranquilos al hospital (por mí me hubiera quedado más tiempo en casa, pero en las clases de educación nos dijeron que si rompíamos bolsa tampoco tardáramos mucho).
Desayunamos tranquilos en la cafetería del hospital antes de ingresar por urgencias. Allí me exploraron confirmaron la rotura, en el tacto me dicen que sigo de 1 cm y que el cuello está largo.
Fue un poco decepcionante para mí, ver que no había avanzado nada. Una vez ingresada nos informan sobre la inducción y que en 48 h por riesgo de infección tenía que nacer mi niña, Ariadna. Iban a dejar unas horas más a ver si me ponía yo sola de parto y si no, empezaríamos con prostaglandinas.
El estar informados sabiendo lo que queríamos y valorando riesgos y beneficios nos hizo tener una actitud abierta y positiva con capacidad de adaptación.
Esperaron hasta las 7 de la tarde cuando me hicieron un tacto y vemos que todo sigue igual, decidimos poner prostaglandinas.
Mis contracciones desde que llegué al hospital se ralentizaron bastante, intenté relajarme y escuchar los audios pero al tener que compartir habitación (en paritorio estaban colapsados por las fechas) y estar entrando y saliendo gente de visitas de mi compañera, me resultaba muy difícil conectar con el proceso.
Sobre las 9 de la noche las prostaglandinas empiezan a hacer efecto y comienzan las contracciones regulares.
Eran bastante dolorosas pero conseguí sobrellevarlas gracias a la respiración y al apoyo de mi marido, usé pelotas, duchas, paseos por todo el hospital. Estaba animada porque parecía que el parto estaba en marcha y faltaba menos para conocer a mi niña.
8 horas después, sobre las 5:00 de la mañana noto contracciones cada vez más insoportables, notaba mi útero duro y rígido.
Me acordé de la explicación de Carmen sobre el brazo y la falta de oxígeno (¡Las que habéis hecho el curso conmigo sabéis de lo que habla!) y sentí que aquello no era un proceso fisiológico y natural para mi cuerpo, estaba forzado.
Valorando las opciones y viendo que no aguantaba más (estaba muy mareada, agotada y algo fuera de mí) y que no había avanzado casi nada, (en el último tacto me dicen que ya está más borrado 70%, y 2 cm) 12 horas después de las prostaglandinas y mucho dolor, le pido a la ginecóloga que me pongan epidural y oxitocina si hace falta.
En ese momento que ya lloraba y había perdido la calma solo quería que acabase, aunque fuera cesárea. A las 11:00 de la mañana en paritorio tras la epidural puedo dormir 20 minutos, (ya llevaba 31 horas sin dormir).
Allí las matronas me trataron con mucho cariño y apoyo y me pidieron el plan de parto, intentaron respetarlo todo en la medida de lo posible.
Como era de esperar las contracciones se ralentizaron por la epidural, decidimos poner un poco de oxitocina. En 2-3 horas ya estaba completamente dilatada y me dicen que en poco empezamos con el expulsivo. Surgieron nuevas complicaciones. La epidural se fue más para un lado, dejándome el lado izquierdo y la vagina con mucho dolor (abajo no me hacía efecto) por las contracciones tan fuertes.
Me traen bolsas de agua para calmar, pero el dolor era insoportable. La epidural me da fiebre y mi cuerpo empieza a temblar, me encontraba realmente mal.
Mi matrona me plantea dos opciones, o empujar en este estado de dolor, porque sería más corto aunque mucho más intenso, o ponemos otra analgesia pero con el riesgo de no sentir nada las contracciones y no tener movilidad de posturas y que sería más largo.
Fue una decisión difícil, pero valorando mi estado físico y lo débil que estaba no me veía para empujar. La analgesia me fue muy bien, se fue el dolor y tenía movilidad, cambié de posturas y sentía perfectamente las contracciones.
Por la fiebre subieron las pulsaciones de mi niña, me decían que teníamos que sacarla pronto, que empujara muy fuerte para no tener que usar instrumental. Saqué fuerza de no sé dónde.
El expulsivo fue una experiencia empoderadora, así que empujé con todas mis fuerzas, me pusieron las manos en su cabecita y un espejo para ir viendo como salía, mi marido me daba agua y abanicaba y daba paños de agua fría para aliviar la fiebre, me animaba al oído.
Con paracetamol controlaron la fiebre y la pequeña volvió a tener las pulsaciones normales. Tenía en el último ratito a 4 matronas y mi marido dándome apoyo y ánimo.
Con control de la respiración notaba como cada vez estaba más abajo y más presión.
Mi niña nació a las 19:00 horas del 20 de septiembre, me la colocaron con su cordón aún latiendo y empezó a mamar con mucha fuerza.
Todo salió genial, no me desgarré, ni un punto, la niña estaba muy sana, despierta y enérgica. Nos apagaron las luces y nos dejaron intimidad y silencio a los tres.
Me parecía que el expulsivo había sido muy corto e intenso, pero me dijeron que fueron tres horas.
Me sentía genial, una Superwoman orgullosa de mi niña, de mí y de mi marido por el acompañamiento tan maravilloso que hizo en todo momento.
Fue una experiencia dura físicamente y con muchos imprevistos, casi 40 horas desde que rompí bolsa hasta que nació, pero mi vivencia de ello ha sido positiva.
Ahora confío más en mi fortaleza e intuición y me ha unido más aún a mi pareja, trabajamos como equipo. Considero que fue esencial, la respiración y el apoyo de mi marido y las profesionales sanitarias, y estoy muy contenta de habernos preparado como lo hicimos.

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Natalia y su pareja se prepararon con el Curso online de Parto Positivo además de un curso presencial de hipnoparto en su ciudad, yoga, gimnasio y las clases de preparación al parto de su matrona.
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