El parto positivo de Monse
El relato de Monse es un relato lleno de emociones que describe su hermoso recorrido a través de las herramientas que le permitieron disfrutar de un parto positivo, a pesar de los inesperados cambios. Afrontó el uso de la epidural, lo que le permitió descansar y conectarse con su bebe que ya estaba por venir.
Su relato comienza así:
Yo dudaba mucho de mi cuerpo, debido a experiencias previas donde me indujeron un parto cuando mi bebé aún era prematuro, porque el Ginecólogo se iba de vacaciones, o con mi segundo bebé, que se fue a las 16.4 semanas de gestación, dejándome un hoyo enorme en el corazón! Dudaba de mi capacidad para gestar a mi bebé hasta el término.
En la semana 37 me quitaron el cerclaje profiláctico que me habían puesto en la semana 14, y yo pensaba que en cuanto me lo quitaran me iba a poner de parto. Grande fue mi sorpresa al ver que no solamente no me puse de parto, sino que disminuyeron las contracciones que había estado teniendo hasta entonces, que eran irregulares y no muy intensas.
Para mí todo el tiempo que pasara después de la semana 37 era tiempo extra, un regalo que mi cuerpo y mi bebé me daba para darme cuenta de lo que soy capaz! Y un regalo para terminar las pocas cosas que aún tenía pendientes antes del nacimiento de Tamara
Llegamos a la semana 38 y me puse de fiesta! Jamás creí que mi cuerpo sería capaz de llegar a la semana 38 de gestación! Estaba completamente feliz y orgullosa de mí!
Aumentaba un poco el estrés, Tamara era una bebé grande, parecía que pesaba cerca de 4 kg y los médicos sugerían que no pasara de la semana 39, es decir, hacer una inducción a más tardar en la semana 39.
Como yo me había estado preparando mucho, y sabía que lo mejor era que mi bebé naciera cuando ella lo decidiera, y además quería un parto natural, no me gustaba mucho la idea de pensar en una inducción. Tenía planeado en la consulta de la semana 39 pedir una semana más para ver si me ponía de parto yo sola, e intentar de todo! Pero no hizo falta. En la semana 38.3 me fui a un museo con mi hijo, caminé cuesta arriba casi 20 minutos y estuve cargándolo en brazos ciertos momentos para que alcanzara a ver las cosas que estaban hasta arriba, cuando volvimos a casa, estaba exhausta, así que hice una siesta deliciosa, y al despertar, me di cuenta que mis bragas estaban algo húmedas. Pensé qué tal vez se me había salido la pipí, así que me cambié las bragas, pero al poco tiempo ya estaban mojadas, así que supe que no era pipí, sino que la bolsa se había roto! Me puse feliz, sabía que pronto conocería a mi Tamara
Llegaba el día del que tanto anhelamos.
Le dije a mi esposo, y le expliqué a Gaël, mi hijo de 4 años, a quien habíamos estado preparando mucho con cuentos, relatos, fotos, vídeos, etc. Le conté que ya había llegado el momento, que su hermanita nacería pronto, que nos iríamos al hospital y que él se quedaría con nuestros amigos.
Él tomó una actitud de hermano grande, súper valiente, revisamos su mochila, para que tuviera todo lo necesario, pusimos algunos cuentos dentro, y le pregunté si quería hacerle un dibujo a su hermanita. Él contestó feliz que sí y me sorprendió al ver como dibujaba una bebé y a su conejito con todas sus partes, nunca antes había visto que dibujara tan bien. Mayor fue mi sorpresa cuando escribió Gaël y Tamara! pienso que en ese momento tomó su papel de niño grande y, aunque estaba algo nervioso, estaba muy feliz, porque por fin llegaba el día del que tanto le habíamos hablado!
Aún no tenía contracciones, así que decidí moverme para ver si podía desencadenarlas yo sola, lo que más quería evitar era una inducción! Así que nos fuimos al supermercado a comprar cosas para la cena y para el parto, estuvimos jugando al escondite en el camino de regreso, preparamos la cena, cenamos juntos, y luego tomamos las cosas de Gaël, incluido su colchón, y nos fuimos caminando a casa de nuestros amigos, a unos 15 minutos de la casa. Ahí empezaba con algunas contracciones, solamente tenía que detenerme de vez en cuando, respirar, y luego seguir. Cuando llegamos a casa de nuestros amigos Gaël nos abrazó muy fuerte, le dió un beso y un abrazo enorme a la pancita, y se fue corriendo con su amiga! Fue un alivio enorme verle tan contento! ¡Qué suerte tenemos de haber encontrado tan buenos amigos en tan poco tiempo!
Yo sé parir y mi bebé sabe nacer, somos un equipo
Mi esposo y yo volvimos a casa tranquilamente, llegando a casa, revisamos que las maletas estuvieran listas, repasando dónde estaba cada cosa. Yo ya empezaba con más contracciones, que con las respiraciones ascendentes iba controlando bastante bien!. Mi esposo sugirió que durmieramos un rato, pues seguramente nos espera una noche larga, así que nos acostamos en la cama, pero yo no dure ni 15 minutos, me era demasiado molesta la posición, me dolía y estaba incómoda, así que decidí levantarme, y dejar a mi esposo dormir un rato!.
En el salón prendí mis velas, puse mis aceites esenciales, mi playlist titulada “parto”, y me puse a por ello! Haciendo movimientos, esferodinamia con la pelota, respirando y haciendo vocalizaciones, que en mi caso fue el mantra ohm! Así estuve unas 3 horas hasta que las contracciones empezaron a ser más frecuentes y más intensas, cuando decidí despertar a mi esposo y pedirle que me ayudara! Él se levantó y me empezó hacer tés, masajes durante las contracciones y empezó a ser él quien registraba las contracciones. Así estuvimos un par de horas más, a la luz de las velas, aroma a aceites esenciales y con masajes, bailes y besos, fue un momento hermoso e íntimo.
Cuando las contracciones ya eran cada 3 a 5 minutos decidimos irnos al hospital. Como ya sabíamos, el traslado suele cambiar la frecuencia de las contracciones por aumentar la liberación de adrenalina e inhibir la liberación de oxitocina. Y así fue, tardamos bastante en encontrar un taxi y cuando lo encontramos las contracciones ya eran otra vez cada 7 a 10 minutos. Cuando llegamos al hospital me pasaron a urgencias, me hicieron un tacto y me informaron que solamente tenía 3 cm de dilatación, así que la opción era volver a casa o quedarnos por ahí cerca. Pero al monitorizar a Tamara vieron que estaba algo taquicárdica, así que decidieron monitorizarme un rato en urgencias.
Ahí el ambiente era bastante menos íntimo, pero me puse mis audífonos con mi playlist, mi esposo me ayudaba a hacer movimientos y me hacía masaje lumbar y en el sacro, y yo mantenía los ojos cerrados para estar lo más relajada posible. Como Pediatra, me era imposible no escuchar lo que decían los médicos sobre la taquicardia y el tiempo de ruptura de membranas. Al volverme hacer un tacto ya estaba de 4 cm, así que me pasaron a la sala de partos con la idea de iniciar con la inducción para que no pasarán más horas de ruptura de membranas. Yo sabía que por protocolo del hospital podían pasar hasta 24 horas, y sabía que había países en donde esperaban hasta 48 horas, así qué les pedí que intentáramos un parto natural y que si no se lograba, ya nos plantearíamos el iniciar la oxitocina. Las comadronas, que fueron súper lindas, cuidadosas y amorosas en todo momento, respetaron esa decisión!.
En sala de partos, el ambiente era mucho más íntimo, llevamos velas de pilas, así que seguimos a luz de las velas, pusimos nuestro altavoz con la playlist, y mi esposo me hacía masaje con los aceites esenciales que habíamos preparado. Me llevaron la pelota y así estuve haciendo movimientos, esferodinamia, bailando con mi esposo, besándonos, movilizándome en todo momento las siguientes 7 a 8 horas. Las contracciones se volvían cada vez más frecuentes e intensas, pero las sobrellevaba súper bien con la respiración ascendente y visualizaciones, la afirmación: “yo sé parir y mi bebé sabe nacer, somos un equipo” resonaba una y otra vez en mi cabeza, al igual que: “con cada ola uterina, estoy más cerca de conocer a mi bebé”.
Entre cada ola uterina aprovechaba al máximo el tiempo de descanso que me regalaba la naturaleza! Y en la mayoría de esos descansos me quedaba dormida. Les decía a las comadronas y a mi esposo que que delicioso se sentía ese momento sin contracción! Realmente disfrutaba muchísimo aquellos momentos de descanso!.
¡Mi prioridad era disfrutar del parto!
Al cabo de 7 u 8 horas de contracciones regulares e intensas, me hicieron un tercer tacto. Me hicieron saber que, aunque las contracciones eran bastante frecuentes y regulares, solamente tenía 5 cm de dilatación, mi beba seguía en el límite de taquicardia y aumentaban las horas de ruptura de membrana, por lo que me sugerían iniciar oxitocina a dosis bajas.
Yo sabía que una vez iniciando oxitocina lo más probable es que no aguantaría el dolor, que la sensaciones serían muy distintas. Había leído en el sitio de parto positivo un par de relatos de partos inducidos con oxitocina y sin analgesia, así que tenía en mente de que era posible, pero tampoco me quería exigir demasiado. Así que decidí, junto con mi esposo, iniciar con la oxitocina, pues para entonces ya llevaríamos 17 horas de trabajo de parto y solamente 5 cm de dilatación con casi 24 horas de membranas rotas.
Pedí que me dejaran ducharme o entrar a la bañera antes, Así que me pasaron a otra habitación donde había bañera y al sumergirme en el agua caliente, que no era mucha porque no querían detener las contracciones, me sentí súper bien, súper relajada, me di un respiro! Pero en la siguiente contracción no me sentía nada cómoda en la posición sentada y al ponerme en cuatro puntos en la bañera, me dió mucho frío, así que decidí salirme!. Fue en ese momento que me fui a la camilla e iniciamos con la oxitocina.
El cambio fue inmediato e innegable! Las olas uterinas se hicieron mucho más intensas y el pico, que antes duraba muy poco y después bajaba la intensidad, ahora duraba muchísimo, mucho más que las 4 respiraciones que había estado haciendo antes, y el descanso entre olas también disminuyó, por lo que el dolor se hizo insoportable! Yo tenía en mente que quería ir escalonando la analgesia, de modo que pedí primero óxido nitroso, no me hizo absolutamente nada, el dolor seguía siendo intensísimo. Pedí la Walking epidural y el anestesiólogo tardó unos 40 minutos en prepararse para ponérmela, de verdad que las sensaciones eran intensísimas, estaba deseando sentir un descanso!.
Cuando por fin me la puso, no sentí absolutamente ninguna diferencia, estuve unos 45 minutos más con las contracciones súper intensas y no me hacía efecto, así qué empecé a plantearme una epidural normal. Yo tenía en la cabeza la afirmación: “Mi bebé y yo somos únicos, abrazo mi experiencia, tal cual es” y también: “no hay nada más natural que elegir lo mejor para mí y mi bebé en nuestras circunstancias”.
Mi esposo me recordó que mi prioridad era disfrutar del parto! Que no tenía caso sufrirlo!. Intentaron aumentar la dosis, pero seguía sin hacerme efecto, al final llegaron a la conclusión de que la epidural estaba mal colocada y me propusieron colocarla nuevamente, yo dije que sí, pero que esta vez quería la epidural normal, pues ya estaba demasiado cansada de esas contracciones tan intensas. Me pusieron la epidural, debo admitir que fue difícil quedarme quieta, teniendo contracciones tan intensas, y al final solamente me hizo efecto del lado izquierdo, de lado derecho seguía sintiendo esas contracciones, pero con cambios de posición y aumentando la dosis, finalmente hizo efecto. Fueron en total unas 2 horas o 2 horas y media de sentir esas contracciones de oxitocina.
Cuando finalmente me hizo efecto, fue delicioso, ¡sentí un gran alivio, como un descanso! Y justo cuando me había hecho efecto, me informaron que la cabecita ya se estaba asomando. Pedí que me pusieran el espejo y cuando vi la cabecita de Tamara asomada, sentí una emoción que nunca había sentido, no podría describirlo con palabras, fue algo súper emotivo, maravilloso. Sentía tanta gratitud y orgullo hacia mi cuerpo, hacia mí, y así a mi bebé, que simplemente estaba completamente llena de amor. Así vinieron unas 5 o 6 contracciones más, que yo ya no sentía, y la comadrona me ayudaba para decirme cuando tenía que pujar, todo esto mientras yo veía a mi bebé por un espejo, lo cual me motivaba muchísimo! Mientras pujaba, también tocaba su cabecita, y lloraba de emoción.
Tamara ya estás aquí, aquí está mamá, te amo!
Cuando llegó el pujo donde finalmente Tamara coronó, la comadrona me dijo que ya no pujara más, y que pusiera atención en cómo la cabecita de Tamara salía solita! Fue un momento maravillosamente mágico! Al salir su cabecita y sus hombros yo tomé a Tamara con mis manos y saqué el resto de su cuerpecito de mí, para ponerla en mi pecho, esto lo hacía llorando y diciéndole: Tamara ya estás aquí, aquí está mamá, te amo! Ha sido uno de los momentos más maravillosos y empoderadores que he vivido en mi vida. Después de ese momento Tamara ya nunca se separó de mi. Empecé a tener una hemorragia importante, entraron dos ginecólogas, 4 comadronas y un anestesiólogo, me estaban pinchando por todos lados, poniendo medicamentos, otra vía, cargas, e intentando parar la hemorragia. Pero yo no estaba asustada, yo estaba hundida en un lago de endorfinas, de oxitocina, de amor. Estaba tan feliz, tan orgullosa de haber llegado hasta donde llegue,
tan encantada con mi bebé, tan agradecida con mi esposo, que lo demás era simplemente algo extra que se tenía que solucionar. Mi esposo estaba asustado, y yo le tranquilizaba diciendo: amor, tranquilo, todo va estar bien!
Me encantó que aún teniendo una hemorragia en ningún momento me quitaron la Tamara y tampoco separaron a mi esposo de mí, creo que la experiencia habría sido bastante diferente si lo hubieran hecho! Y finalmente, me siento muy afortunada por haber elegido la epidural, porque sé que si hubiera tenido los dolores ocasionados por todos los medicamentos que me estaban poniendo con el objetivo de contraer súbitamente el útero, el dolor habría sido algo muy difícil de sostener, en cambio, yo estaba solamente disfrutando del momento. Cuando por fin lograron detener la hemorragia, nos dejaron solos a los tres, para disfrutar, y entraban de vez en cuando revisarme y ver sí efectivamente la hemorragia había parado.
Puedo decirles que disfrute de cada momento! Probablemente habrá quien piense que si al final de cualquier forma tuve epidural, me hubiera ahorrado todo el dolor, pero para mí no es así! Incluso el dolor de las contracciones de oxitocina me hicieron darme cuenta de lo fuerte que soy, de lo que puedo soportar, de lo que soy capaz de hacer! Las 19 horas de trabajo de parto han sido maravillosas desde el inicio hasta el final y no cambiaría absolutamente nada!.
Creo que cada experiencia es única y maravillosa, estoy agradecida por haber decidido tener a Tamara en un hospital y no en casa, porque en mi caso, al haber tenido una hemorragia, el final habría sido muy distinto. Estoy agradecida de haber finalmente elegido la epidural para poder disfrutar de los últimos momentos del parto, y estoy agradecida con mi cuerpo por crear vida, y por todo lo que es capaz de hacer! estoy agradecida con mi bebé por ser tan campeona y haber estado súper bien durante todo el parto, estoy agradecida con mi esposo por haber sido el mejor acompañante del parto y por ser el mejor acompañante de vida, y estoy muy agradecida con las comadronas y todo el personal de salud, por ser tan cuidadosos, tan amorosos y tan respetuosos!
Y también estoy muy agradecida con Carmen y todo el equipo de parto positivo por crear esta herramienta tan maravillosa y por todo el acompañamiento!
Ha sido una experiencia que me ha cambiado la vida por completo, que me ha ayudado a sanar las heridas que me dejó mi parto previo y que me ha hecho confiar en mí y en mi cuerpo nuevamente!

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