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Inicio 5 Partos Reales 5 El Parto Positivo de Miriam: parto natural sin epidural
Hoy Miriam, alumna del curso online y lectora del libro de Parto Positivo comparte su maravilloso relato:
Hola Carmen, después de leer tantos partos positivos contigo y después de haber pasado el primer mes de adaptación, soy yo la que quiero compartir con todas el mi parto tan positivo.

Estaba de 39+5 cuando, después de haber pasado toda la tarde en la piscina me pareció haber perdido el tapón mucoso (era una señal de que se acercaba, pero yo ya contaba que podía pasar incluso una semana así que no hice mucho caso); me arreglé para salir a cenar pues no sé por qué presentía que esa iba a ser de las últimas noches a solas con mi pareja. Cenamos, paseamos y me sentía muy bien.

Llegábamos a casa a la 1 de la madrugada y ya no me pude dormir. Empecé a sentir una sensación extraña, no lo llamaría dolor, pero sí algo intenso que venía y se iba. Desperté a mi pareja al poco rato, no sabía si eso eran contracciones, él se puso a mirar por internet síntomas y sugirió que podían ser contracciones de Braxton Kicks (falsas) y que no significaban nada. Cada vez eran más seguidas, le pedí que me las cronometrara ya que tenía muy claro que hasta que no llegáramos al límite de cada dos o tres minutos no íbamos a ir al hospital. Pero las contracciones fueron así de frecuentes desde el principio!!

Entendí que ese iba a ser nuestro día de parto y lo primero que le dije a mi pareja fue: que cuerpo tan perfecto que a solo un día de la fecha de parto estamos así! Y con eso, feliz, me dispuse a hacer todo lo que mi cuerpo me pedía, a usar todas las estrategias aprendidas tanto en el libro como en el curso online, y es que aunque son muy útiles, el cuerpo ya te lo pide solo, es increíble como la naturaleza puede ser tan sabia!

Las respiraciones lentas (4-8) me ayudaron todo el tiempo hasta la llegada de mi bebé, andar por casa a toda marcha con los ojos cerrados y dejándome llevar, colgándome del cuello de mi pareja y agachándome al suelo , duchas calientes con el chorro en la espalda y en el bajo vientre me encantaban, y también mi saquito de lavanda caliente del que no me solté incluso en el hospital… (solo le pedí a mi pareja que estuviera a mi lado para no caerme o chocarme con algo). Lo que más me ayudó fue el saber que esas contracciones eran parte de mi cuerpo, señales de que mi bebé estaba llegando y que tan solo duran un minuto y luego se van para descansar y volver a “verde” (calma). (Las que estáis haciendo el curso online lo sabéis de qué habla Miriam).

Aguanté haciendo esto en casa hasta las 4.30 que decidí ir al hospital, (mi pareja había sugerido ir mucho antes pero yo tenía claro que no quería llegar al hospital y que me mandaran de nuevo a casa por una falsa alarma. Al llegar al hospital nos dijeron que estaba de 2cm y con el cuello completamente borrado, chocamos manos con mi pareja, estábamos ya ahí, había llegado el día y nos pusimos los dos muy contentos. La enfermera me preguntó que cuánto dolor sentía y le dije que lo iba a soportar, que no era dolor lo que sentía. Sonrió.

Nos comunicaron que íbamos a ir a la habitación a seguir dilatando lo que me puso contenta pues allí habría ducha, pelota y espacio para moverme que es lo que más quería pero mientras preparaban la habitación, rompí aguas y por desgracia, eran sucias por lo que tuvimos que cambiar planes y quedarnos en el box ya que tenían que monitorizar al bebé constantemente. Lo tomé con positividad y seguimos en el box, me fastidió no poder tener tanta libertad de movimiento y tuve que centrarme aún más en respirar y contar ya que los movimientos eran limitados y tampoco sabía cómo ponerme en la pelota. Solo tenía la respiración, la presión y masajes en el sacro y el saquito de lavanda además del poder de mi mente que solo se repetía cosas positivas, me recordaba el respirar, relajar la mandíbula (ya que yo siempre la suelo tener en tensión) y guardaba todas mis energías en ello, estaba como en un momento de trance, inconsciente pero consciente, lo recuerdo muy intenso y bonito. Entre contracción y contracción me llegaba a relajar tanto que incluso creo que me quedaba dormida, no atendía a nadie aunque lo oía todo. Tenía todas mis energías puestas en respirar y controlar la intensidad que llegaba cada vez más frecuentemente y en relajarme lo máximo posible cuando pasara. Con el cambio de turno, cambié de matrona y al llegar me dijo: “me han dicho que no quieres epidural, es así? Aún estás a tiempo” y yo, que en realidad nadie me lo había preguntado aunque sí que lo habían percibido, afirmé, no quería epidural, me daba más “yuyu “ el pinchazo en la espalda y todos los posibles inconvenientes que los beneficios. Tenía muy claro que si todas las mujeres de mi familia habían podido, porqué yo no iba a poder. Así que sin epidural seguimos adelante.

Cada hora dilataba 2cm más y cada vez estábamos más cerca. De 6cm pasamos a 9cm muy rápidamente lo que supuso un momento de nervios, le pidieron a mi pareja salir del box unos minutos pues se había notado una bajada importante de las pulsaciones del bebé y precisaban hacerle una prueba al bebé que suponía coger una muestra de sangre de la cabeza para saber si tenía suficiente oxígeno para enfrentarse a la tarea del parto. Al principio pensé y les pregunté si podíamos esperar pero enseguida me argumentaron que era algo que se tenía que hacer rápido sino teníamos que irnos a cesárea. Acepté que la llevaran a cabo, era de suma importancia que el bebé estuviera bien. Yo, que con mi respiración también podía controlar que el monitor de su corazón siguiera rítmico, era lo único en lo que me concentré, nuevamente mi respiración era clave. La prueba que fue muy rápida salió bien y podíamos seguir con el proceso de dilatación sin problema.

Enseguida llegamos a la fase del expulsivo que me costó lo suyo, hacia fuerza con la cara en lugar de con el vientre y las piernas, con la ayuda de matrona y ginecóloga al final comprendí que de los 4 pisos que tenía que bajar a mi bebé, me estaba quedando en el 3o pero ya estaba muy cerca, Pablo ya pudo ver la cabecita, empezaba a hacerse verdad, ya estaba llegando.  Una vez comprendí como empujar y hacerlo bajar, me llevaron al paritorio que lo recuerdo muy emocionante, como en las películas, una sala grande, luminosa, con todos los artilugios para asistir el parto y yo muy sonriente ya iba a darlo todo. Cogí todas mis fuerzas y no hizo falta más que 3 empujones para ver la carita más bonita de este mundo, una carita sonrosada y sonriente con la que nuestro bebé Mateo llegó a este mundo. Un día 10 de agosto a las 11:28h me sentí la persona más feliz y poderosa del mundo, había hecho un buen trabajo, estuve varios días de subidón, estaba emocionada con el poderío que me demostré a mí misma, me describía como la leona de la selva, había llegado a dar a luz a un bebé precioso de forma natural y respetuosa con mi cuerpo y con mi bebé además de estar totalmente enamorada y agradecida con mi pareja que me ayudó desde el momento uno y dio todo de sí para que mi parto fuera así de maravilloso. Mateo, con 3,710kg y 50,5cm ha sido el mejor regalo de nuestras vidas y daría a luz una y mil veces más para llegar a él.

 

¡Enhorabuena Miriam! Y gracias por compartir con nosotras tu Parto Positivo. 
Si has llegado hasta aquí porque estás embarazada, te invito a que te quedes por aquí leyendo más testimonios de partos reales y positivos o indagando un poco más sobre qué es el hipnoparto
Miriam preparó su parto con el libro y curso online de Parto Positivo, el combo perfecto. Si tienes alguna pregunta no dudes en contactar conmigo por redes sociales o en partopositivo@gmail.com
Gracias Miriam por compartir tu experiencia y por confiar en Parto Positivo para tu preparación. 
Si quieres saber más sobre qué es el hipnoparto y cómo puede ayudarte haz click aquí o apúntate hoy al curso online para empezar a preparar tu parto positivo.

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