Hoy os traigo el parto de Andrea Huntley, una las mamás de Reino Unido donde resido, que preparó su parto con hipnoparto. Con su permiso he traducido su relato y hoy lo comparto con vosotras.
Su testimonio es un claro ejemplo de cómo el hipnoparto te ayuda a tomar decisiones y a vivir con positividad tu parto, independientemente de que no sea tu “parto deseado o soñado”. Aquí os dejo la historia de Andrea:
Cuando me quedé embarazada por segunda vez, tenía claro que mi segundo parto sería en casa. Me preparé con hipnoparto y me entregué por completo a la práctica de los ejercicios. Evité historias negativas y me rodeé de personas que me apoyaban. Al llegar a término, tenía la piscina de partos preparada, había colgado mis afirmaciones positivas y decorado la habitación con lucecitas. Ante todo, quería evitar otra cesárea después de haber vivido una bastante traumática que derivó en depresión postparto y una larga recuperación. Mi misión en este segundo embarazo era estar en control y controlar cómo mi hijo vendría al mundo. Dejarme que salte al final de mi historia antes de continuar: mi hijo nació por cesárea y toda la experiencia fue increíblemente positiva y sanadora. Empiezo con este hecho porque: *No podemos controlar cómo nuestros bebés llegarán al mundo, pero sí cómo lo aceptamos y las decisiones que tomamos. *
Mi parto fue por cesárea porque fui a urgencias en la semana 38 porque no notaba movimiento. Al medir el útero la matrona me informó de que estaba muy por debajo de lo normal. A la semana siguiente tuve una ecografía que confirmó que mi bebé estaba bastante por debajo del tamaño que se esperaba y había muy poco líquido amniótico. Recibí esta información con un cierto escepticismo ya que las medidas que me dieron eran mucho menores que las de la ecografía que me había hecho en la semana 36 y ahí estaba de 39 y como los bebés no se encojen quería una segunda opinión. Me recomendaron quedarme en el hospital e inducir el parto. Yo insistí en una segunda opinión, solicité una segunda ecografía, pero el hospital se negó. Fui a otro hospital y tampoco me la hicieron. Esa noche contacté con un centro privado para hacerme otra ecografía por la mañana. Quería una segunda opinión. Pasé la noche llorando, sentía que me habían robado mi sueño de parir en casa de manera natural.
Por la mañana fui a la ecografía y esa segunda ecografía confirmaba la anterior, mi bebé era mucho más pequeño de lo que debería ser y casi no tenía líquido amniótico. Poco a poco me fui dando cuenta y aceptando que mi bebé llegaría de la manera que había querido evitar, por cesárea.
Había aprendido tanto en los últimos meses sobre el parto, mi cuerpo, las hormonas, el poder de la mente y del hipnoparto. Evaluando mis opciones, estaba segura de que no quería una inducción que posiblemente acabaría en cesárea. No es para mí. Decidí que lo mejor para mí era optar por una cesárea directamente.
Tomé esa decisión con conciencia, informada y al aceptar que ese era el mejor camino, mis sentimientos cambiaron. Estaba tranquila.
Como aprendí en el curso de hipnoparto, en mi plan de parto en casa también había incluido un plan de parto para cesárea (por si esa acababa siendo mi mejor opción). Haber pensado en ello y tener mis preferencias en el plan de parto me ayudó enormemente. También me ayudó el pensar durante todo mi embarazo que no tenía control absoluto sobre cómo mi hijo decidiría llegar al mundo y mantener una mente abierta.
No os imagináis la cantidad de tiempo que pasé durante el embarazo practicando y aprendiendo sobre el hipnoparto, preparándome para mi parto en casa. Lo sorprendente es que, sin querer, me estaba preparando para una cesárea positiva también. Me estaba preparando para disfrutar de mi parto y vivirlo de manera positiva.
Una vez dejé atrás el dolor de perder mi parto soñado (¡llorar me ayudó mucho!), puede volver a centrarme y encontrar mi fuerza interior. Desde el momento que me fui de casa todo fue felicidad, sonrisas, amor… Oxitocina.
Llevé al hospital comida, fotos de mi familia, la música que quería escuchar en el parto y un diario para escribir en él. Me mantuve relajada. Por la mañana, conocí a mi cirujana y la matrona que iba a estar conmigo. Dos personas maravillosas.
Me llevaron a quirófano y le pidieron a mi marido que esperase fuera mientras me preparaban. Al principio no quería separarme de su lado pero al entrar al quirófano y ver que todo el equipo (por casualidad) eran mujeres fue como si todo estuviese saliendo perfecto. Es increíble lo que se agradece energía femenina en esos momentos.
Aunque hacía frío, el ambiente en el quirófano era tranquilo. De fondo, escuchaba la canción que yo había decidido “Come on Eileen” y todo el mundo estaba de buen humor (incluyéndome a mí). Me explicaron todo el procedimiento exactamente cómo lo hicieron a continuación, no hubo sorpresas. Bajaron la cortina para que pudiese ver a mi hijo salir de mí. Empezó a llorar y enseguida se calmó al llegar a mi pecho. Hicimos piel con piel y muy pronto se enganchó a mi pecho.
Mi hijo pesó 2 kg 200 gramos. Nunca sabré por qué mi bebé dejó de crecer o por qué casi no tenía líquido amniótico, solo sé que tomé la mejor decisión y que fue una experiencia maravillosa.
Parto en casa, en hospital, inducción, cesárea… Da igual el camino, todas tenemos el mismo objetivo: una experiencia positiva que siempre recordaremos. Estamos más en control de lo que nos creemos. Informaros. Empoderaros. Creer en vosotras mismas.

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